viernes, 23 de agosto de 2013

Agricultura Sinérgica - Emilia Hazelip (El jardín de Emilia)


altEl 2 de febrero de 2008 falleció Emilia Hazelip, formuladora en el año 1987 de la Agricultura Sinérgica -modelo de producción vegetal para la autofertilidad de la tierra basado en la Agricultura Natural sin laboreo de Masanobu Fukuoka-, escritora y materializadora de multitud de proyectos de vida autosuficiente integrados en la naturaleza sin explotarla.
Cuando nació, en 1937, las bombas caían sobre Barcelona, su ciudad natal, y a los 18 años salió de España comenzando una trayectoria de inquieta cuestionadora de lo establecido. Ya a principios de los años 60 experimentó la vida comunitaria en los albores del movimiento hippie, dándose cuenta entonces de lo antinatural de arar y dejar la tierra desnuda; a la par quería encontrar formas de vivir en contacto con la tierra, a favor de las leyes de la naturaleza, reintegrando al ser humano en el ciclo de la vida.
Aprendió en fincas agroecológicas de California y el suroeste de los EE.UU, conoció autores que enseñaban a cultivar sin labrar la tierra (como Ruth Stout) y el sistema de cultivo en bancales (Alan Chadwick). Mas a los 40 años sus intuiciones encontraron cauce al conocer la obra de Fukuoka, que completó con el marco integrador de la Permacultura. Infatigable realizadora, despierta observadora de la naturaleza, se comprometió a sanar el daño que el sistema agrobiológico tradicional le ha hecho a la tierra, creando para ello métodos fundamentados práctica y teóricamente y enseñando allí donde se le llamaba. Se fue sin avisar, tenía tanta energía que no parecía ir a extinguirse -un año antes, embarcada en varios proyectos y con tanto por hacer aún nos decía “menos mal que me he programado para vivir 120 años”.
Repentinas complicaciones respiratorias le llevaron al hospital donde pocos días después, abandonada al sueño de la noche, dejó su dimensión material para fundirse en la conciencia. Emilia Hazelip nació el mismo año en que M. Fukuoka comienza a perfilar su Agricultura Natural, un sistema agrícola sin laboreo que supuso a nivel mundial la primera gran reforma agronómica desde que existe la agricultura. Y tras 17 años de búsqueda personal y profesional descubre en 1978 el trabajo de este microbiólogo y agricultor japonés, lo que confirmó sus intuiciones sobre la capacidad autofertilizante del suelo cuando se respeta su propia dinámica salvaje. Así lo expresa en su vídeo de Agricultura Sinérgica, único existente en español sobre agricultura autofértil -editado por ella misma en abril de 1995- en el que muestra paso a paso la creación de una huerta-jardín comestible creada sobre un terreno de una hectárea “el trabajo de M. Fukuoka fue la prueba de que mi intuición era válida, es decir, que el trabajo de la tierra no es necesario. Pero cuando empecé imitándole, los resultados que obtenía eran tan malos que rápidamente comprendí la necesidad de modificar y adaptar su sistema a otras condiciones culturales y climáticas como eran las de la Europa mediterránea, así nació lo que convine en llamar Agricultura Sinérgica”.

Todo está interrelacionado y unido

Emilia encontró en su modelo la agricultura del próximo milenio, que tuvo la oportunidad de experimentar con muy buenos resultados en países con densidad de población elevada y escasez de medios, “personalmente considero que tener que desestructurar el suelo y mantenerlo fértil artificialmente, cebándolo con abonos, compost, etc. es un error que se lleva practicando desde los inicios de la agricultura y ya es hora de remediar este fallo responsable de tantísima erosión del planeta” - insistía tajante y continuamente.
En los numerosos cursos que impartió por toda Europa -especialmente Francia, Italia, Suiza y España- se empeñaba en llevar a sus alumnos a entender desde una visión global y amplia la interrelación y unidad de todas las cosas; “la originalidad de la Permacultura es que al mismo tiempo que realiza un diseño práctico en la materia, aprendemos a pensar globalmente, a ver conexiones. Y cuando atravesamos el vértigo inicial de usar nuestra mente en múltiples y simultáneas direcciones, sentimos una paz profunda, permitiendo al cerebro funcionar con sus hemisferios complementarios, en armonía creativa, manifestándose aquí y ahora, sin parasitismos... Para sentirnos bien con nosotros mismos tenemos que sentir que también el planeta se siente bien, todo está en todo y nosotros no somos excepción. Aunque culturalmente hemos perdido el estado de gracia, como humanos lo podemos reintegrar y ahí empieza la ecología”. En sus cursos, el trabajo siempre fue intensivo, en 10 días las huertas quedaban montadas, los toilets-compost, gallineros, invernaderos y lo que hiciera falta para dejar preparado el proyecto en sus diferentes zonas, no le asustaba las dimensiones de los terrenos y tenía facilidad para dar la vuelta a los problemas del lugar y sacar de ellos la fuente de recursos para el proyecto.
En los últimos años pedía continuidad en los proyectos que ayudaba a diseñar y arrancar; al menos 3 años aplicando los principios de la Agricultura Sinérgica para dar tiempo a que la autorregulación pudiera darse. Eran muchos los huertos iniciados y escasos los que, tras el inicial entusiasmo, continuaban respetando los principios básicos “tenemos tran profundamente inculcados los esquemas convencionales de producción y los mitos sobre las necesidades del huerto que cuesta asumir un cambio auténticamente radical en la relación con la tierra”.

Emilia decidió ser parte de la solución
Y en sus reflexiones profundas le dolía la realidad depredadora que el hombre con su afán explotador ha creado, “una economía basada en el crecimiento continuo no puede mantenerse indefinidamente, no es durable. Pero admitir esto es tener que aceptar que nuestro sistema es falso..., y, claro, antes acabar con minorías, empezar guerras, reprimir, suprimir pueblos enteros... que admitir nuestro error”.
Su visión del futuro le llevó a un aparente callejón sin salida , “ la cultura occidental piensa en términos de recursos naturales cuando considera las riquezas del planeta. El agua y el aire, elementos que se creían bienes imperecederos, empiezan a ser recursos frágiles cuya carestía es bien difícil de remediar. Por eso cuando se analizan profundamente las consecuencias de la explotación planetaria nos embarga la tristeza... es como un duelo hacia la vida, hacia nosotros y nuestros seres queridos. ¿Qué se puede hacer?, ¿cómo ser de nuevo parte íntegra de la vida planetaria? ¿cómo extraernos de una economía inmoral y parásita?, ¿cómo impedir este genocidio planetario, este suicidio colectivo?” Pero Emilia encontró la puerta en sí misma, decidió ser parte de la solución, hacer de su vida un ejemplo de retorno a las leyes naturales, trabajar a favor de la vida generando alternativas reales a un modelo de convivencia con uno mismo, los demás y el planeta insostenible -parasitario diría ella. Su entusiasmo y la confianza en que es posible vivir lo que se anhela resultaban contagiosos. Diez años atrás convivimos en una finca cercana a Madrid en la que impartió algún taller y compartíamos su afán creativo: en aquel entonces nos proponía redactar su pendiente Manual de Agricultura Sinérgica en forma de comic para que cualquiera pudiera usarlo. Madre de dos hijas y feliz abuela de tres nietos (la última nació tras la partida de Emilia), solía decir que ellos eran su prioridad.
A raíz de su muerte, alumnos franceses e italianos han creado en internet un foro: (http://it.groups.yahoo.com/group/EmiliaHazelip/) y elaboran una página donde encontrar sus textos, trabajos y conocimiento, asimismo se prepara un libro de próxima edición con sus escritos, colaboraciones, fotografías de proyectos, etc, una recopilación de todo lo que dejó e hizo en sus bien aprovechados 65 años de vida. Quiso dejar un legado útil, posar su huella creativa y respetuosa sobre la tierra; algo que ha logrado con su incansable motivación y su entrega al conocimiento de los auténticos procesos naturales. Esperemos que su ejemplo y enseñanza nos recuerden que es posible vivir como nuestro corazón anhela.


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