El
principio más importante de las rotaciones es que los cultivos que se
suceden en la rotación han de tener características diferentes y, por
tanto, requerimientos diferentes. Por ejemplo, un cultivo principal
normalmente consumirá mucho nitrógeno y humus, por tanto, en la rotación
le sucederá un cultivo que acumule más humus, más nitrógeno, que mejore
las condiciones estructurales del suelo, etc.
Esto
puede diseñarse teniendo en cuenta la familia a la que pertenece –ya
que no pueden repetirse cultivos de la misma familia-, la profundidad de
las raíces o incluso según la parte aprovechable de la planta. En
ocasiones se produce incluso incompatibilidad entre distintas familias.
Por ejemplo, no deben sucederse solanáceas y cucurbitáceas. A veces, es
necesario suprimir durante algunos años ciertos cultivos que presentan
graves problemas sanitarios, sobre todo durante el periodo de
conversión.
Pero
también hay que tener en cuenta las condiciones del suelo y es, por
tanto, necesario conocer las características físicas, químicas y
biológicas de nuestros suelos (antecedentes, análisis químicos, etc.).
Ello va a determinar la calidad de los suelos y si es necesario
prepararlos previamente con algún tratamiento. Además puede orientar o
determinar los tipos de cultivos que se establecerán en la rotación y
las alternativas.
Tabla 5. Cultivos que no deben repetirse según familia.
A
la hora de organizar la rotación y frente a su éxito se debe tener en
cuenta que el suelo siempre ha de estar cubierto, normalmente mediante
cubiertas vegetales cultivadas o naturales (flora espontánea), ya que
van a evitar la pérdida de nutrientes, dinamizan los procesos biológicos
del suelo, aportan materia orgánica, protegen el suelo frente a la
erosión, aumentan la eficacia de los riegos al mejorar la capacidad de
retención del agua, etc. La inclusión de abonos verdes en la rotación
es, además, una estrategia complementaria tanto en cuanto a
fertilización, como en el control de plagas y enfermedades.
Tabla 6. Distribución de cultivos que no deben repetirse por profundidad de sus raíces y parte aprovechable.
Por tanto, el diseño de la rotación requiere de las siguientes orientaciones entre otras:
- Determinar las características físicas, químicas y biológicas del suelo.
- Mantener cubiertos los suelos.
- Establecer primero, los cultivos principales y posteriormente, cultivos secundarios (ciclo corto, pocos exigentes, etc).
-
Cultivar especies de familias distintas, diferente parte aprovechable,
con raíces de profundidades y formas diferentes – y asociar con plantas
de necesidades complementarias.
- Alternar cultivos de escardas con cultivos mejorantes del suelo.
- Una vez establecida una rotación adecuada hay que minimizar las variaciones
Tabla 7. Algunos criterios para diseño de rotaciones.
Abonos verdes en la rotación. Una estrategia complementaria en el control de enfermedades y plantas.
Los
abonos verdes o siderales son plantas cultivadas que se incorporan al
suelo, generalmente durante el período de floración, con el fin de
realizar una mejora agronómica. Se sitúan entre calles en las
plantaciones frutales o entre dos cultivos principales en la rotación,
como cultivo intercalar.
La
función fundamental de los abonos verdes es complementar la nutrición
de los cultivos de la rotación, bien a través de la fijación de
nitrógeno libre, o por su eficacia en hacer disponibles nutrientes para
los cultivos que de otra manera serían inaccesibles. No obstante, un
objetivo secundario de los abonos verdes puede ser el control de las
plagas y enfermedades.
Los
abonos verdes se emplean en agricultura ecológica de forma habitual
para el control de las adventicias. Así, por ejemplo la mezcla de habas y
centeno, sembrada en otoño como abono verde, y enterrada a finales de
marzo o inicios de abril, controla el crecimiento de adventicias en el
cultivo siguiente. Ello es debido, por un lado, a que el rápido y
abundante crecimiento del abono verde “ahoga” a las otras plantas; y,
por otro, a que el centeno libera sustancias al suelo que intoxican a
las adventicias (compuestos alelopáticos), no permitiéndoles un adecuado
crecimiento. Por otra parte, las habas acumulan nitrógeno en el suelo,
tras el corte y enterrado del abono verde, que es aprovechado por el
cultivo siguiente, que produce más que sin el empleo del abono verde.
También
la incorporación de abonos verdes es capaz de disminuir problemas
provocados por hongos del suelo y de reducir las poblaciones de
nemátodos e insectos de suelo. La Tabla 8 recoge algunos ejemplos. Ello
es debido fun damentalmente a tres mecanismos que explicamos a
continuación.
1. Incremento de la actividad biológica en el suelo.
La
incorporación del abono verde da lugar al incremento de la población y
actividad de numerosos organismos presentes en el suelo (arañas,
insectos, hongos, bacterias, protozoos, etc.). La mayor parte de estos
organismos son positivos o neutrales para el cultivo, y limitan las
poblaciones de los que son perjudiciales. Este control se realiza de
forma indirecta, a través de la competencia por los recursos, y, de
forma directa, porque son depredadores, parásitos, o producen sustancias
tóxicas que dañan a los patógenos.
2. La formación de sustancias tóxicas durante la descomposición del abono verde.
Los
restos vegetales incorporados al suelo son transformados en otros más
simples por los organismos presentes en el suelo. Fruto de esta
degradación, se forman algunas sustancias orgánicas intermedias que son
tóxicas para otros organismos nocivos para las plantas.
3. El uso del abono verde como planta trampa.
Así,
el control de nemátodos por los abonos verdes se puede realizar
empleando plantas hospederas que estimulan su desarrollo, pero que se
eliminan antes de que se complete el ciclo de vida del nemátodo. Un
ejemplo, es el control de nemátodos de la remolacha forrajera que puede
lograrse parcialmente utilizando abonos verdes de crucíferas como
cultivo precedente, lo que estimula la emergencia de las larvas de los
quistes, tras lo cual deben enterrarse las plantas en el suelo. Las
habas tienen un efecto similar antes de la remolacha azucarera.
Tabla 8. Ejemplos del uso del abonado en verde para la protección de los cultivos.
Antes
de emprender el diseño de la rotación para iniciar el período de
conversión hemos, por tanto, de conocer el complejo de enfermedades y
plagas asociado a cada especie.
Después,
deben alternarse especies de plantas que no sean sensibles o no se vean
atacadas por las mismas enfermedades o plagas. En general, se
recomienda que los cultivos sucesivos no pertenezcan a la misma familia,
y que un cultivo no se vuelva a repetir hasta pasados al menos cuatro
años, aunque evidentemente depende de la plaga o enfermedad más
frecuente en la zona de cultivo.
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